No sé ni por donde empezar. Solo sé que este viaje puede que haya sido uno de los mejores hasta el momento. Y todo comenzó así...
La semana de vacaciones americana "Spring break" empezaba para mis compañeros de viaje el 19 de marzo. Semana muy esperada para todos ellos, pues después de unos meses complicados y liados de trabajo (yo también me incluyo aunque acabara en febrero mi pesadilla personal) ya tocaba pegarse un merecido descanso y respirar aire fresco. Como sabéis ahora me encuentro un tiempo en suelo americano, como aquí dicen, y la intención después de haber recorrido el pasado año algunos de los lugares y ciudades más importantes del lado este del continente, era hacer lo mismo pero en la otra punta de este enorme país. Así pues el Océano Pacífico nos estaba esperando al otro lado, sol, buena temperatura, playa, vida más allá de Motown, pueblo que me lleva acogiendo hace ya más de un mes (y muy agradecido le estoy). Pues bien, de esta guisa empezaría todo, muchas ganas e ilusión en conocer y vivir nuevas experiencias y por supuesto llegar lo más cansados de vuelta a casa; muy buen síntoma sería ese.
Para poder recorrer la brutalidad de "miles" que había entre nuestro punto inicial, Morgantown, hasta el destino final San Francisco (o para los amigos San Paco) no había otro remedio que coger avión. De esta manera después de haber conducido hasta Pittsburgh en coche (donde íbamos embutidas 6 personas con sus respectivos equipajes en un utilitario para solo 5, valga como ejemplo un clio versión española) cogimos el primer vuelo dirección Atlanta, la ciudad que vio nacer el refresco más bebido de la historia, la Coke o para los más sanos Diet Coke. Sin mucho que hacer en el aeropuerto, la escala de aproximadamente una hora fue muy bien aprovechada como podéis observar en la foto; la cadena de heladerías Ben&Jerry's nos sirvió como excusa para empezar a sacar tonterías a la luz, frases tontas y palabras clave que suelen marcar un viaje, en este caso fue "Jerry" el cual sin rechistar se unió y sin saberlo posó junto a nosotros en cada una de las fotos que nos tomamos (la coña era que Jerry nos servía como palabra mágica en lugar de la tradicional patata, para salir todos estupendamente sonrientes en las fotos... 1,2,3...Jerryyyyyyyyy :)
Vuelo asqueroso y aburrido como ningún otro he tenido, AirTrans parece ser que aún no ha descubierto las tv en los aviones ni que sus aerolíneas rivales dan algo para comer en los vuelos que tienen cierta duración. El nuestro, de cinco horas y media creo que era lo suficientemente largo como para poner algo más que dos tristes bolsitas de pretzels y eso sí todo el zumo de naranja que quisieras.
Y por fín San Paco. La noche nos recibió en S.F. con una buena demostración de lo que muy a menudo sucede en esta gran ciudad, fuertes rachas de aire y un increíble chaparrón estaban azotando a la península, muestra de ello eran los innumerables arboles retorcidos que vimos de camino al hotel. The Opal Hotel, buen hotel por si alguien se anima a visitar la ciudad, aunque no fuera esa la opinión que el "amable y simpático" hombre del aeropuerto nos proporcionó. "Esa zona es de drogadictos, borrachos y vagabundos". Y, si bien el hombre no iba muy desencaminado, lo cierto es que no tuvimos ningún problema en ningún momento, de echo nuestra zona estaba bastante animada de restaurantes y lugares a los que poder ir a tomar algo por la noche. Esa noche ya solo hubo tiempo para decidir a que hora estaríamos listos a la mañana siguiente.
Después de aprovechar muy bien el desayuno incluido en el precio del hotel, nos fuimos a recorrer la ciudad. Destinos como Chinatown (creo recordar que es el barrio Chino con más solera de todo EEUU), Union Square, los cable cars y Pier fueron los lugares que nos dio tiempo a ver en un intenso primer día en el que la climatología se alió con nosotros. Merecen un buen paseo la zona del puerto en el que por casualidad coincidimos con el domingo del mes que queda cerrado al trafico y abierto a todo aquel que quiera practicar su deporte favorito, ya sea ciclismo, patinaje, correr o simplemente dar un agradable paseo. Si hay algo que me gustó desde un principio de esta ciudad es la calidad de vida que aquí tienen respecto a otras grandes urbes norteamericanas; ya que sin olvidar que seguimos estando en una gran ciudad y que esto es américa; lo que implica un culto y adoración al automóvil llevado al extremo; aquí se tiene la sensación de que todo es más "ecológico"; claro está para ellos ecológico es poder clasificar la basura como nosotros llevamos haciéndolo tiempo ya o utilizar una red de transporte público medianamente aceptable y con suficientes lineas como para permitirte moverte por una ciudad que parece no tener fin sin la obligación de disponer de vehículo propio. Dejando a un lado lo que aún creo que como ciudad sostenible y ecológica necesita conseguir SF si que es cierto que es sin duda la que más intención y esfuerzo le pone.
El ambiente cosmopolita, cercano y amable de sus habitantes se transmite rápidamente al visitante, sus calles empinadas hacen que las nalgas hagan "up" y las vistas que desde las colinas más elevadas ofrecen sean fantásticas. Experiencia sin duda es coger una de las lineas de los cable cars, donde por five bucks viajas de una manera al menos distinta y desconocida anteriormente para mí. Ir suspendido casi literalmente de un barrote y notar el aire de la bahía al atardecer, aunque sea una cursilada; mola. Para muestra un botón.
To be continued...
